Tras el retorno a la democracia en 1990, la Universidad de Santiago de Chile inició un proceso de reconstrucción institucional, orientado a recuperar su carácter de espacio de pensamiento crítico, pluralismo y compromiso social, tras casi dos décadas de fuertes restricciones a la autonomía universitaria, la participación estudiantil y la libertad académica. Esta etapa implicó la instalación progresiva de mecanismos de participación interna, el fortalecimiento de la investigación científica y tecnológica, y la expansión de la oferta académica, en sintonía con las nuevas demandas del país.
En este contexto, el rector Eduardo Morales Santos impulsó la creación de la carrera de Arquitectura como parte de su visión de una universidad compleja, integral y diversa, que reuniera todas las disciplinas científicas, tecnológicas y humanísticas. Inicialmente, se encargó una propuesta desde el ámbito de las ingenierías al profesor Luis Gómez Gómez, director del Departamento de Obras Civiles. Sin embargo, esta fue evaluada por una comisión técnica que recomendó su reformulación.
La nueva etapa fue asumida por un equipo de profesionales liderado por el arquitecto Fernando Castillo Velasco, con coordinación de la arquitecta Angela Schweitzer, e integrado por Germán Brandes, Carlos Chávez Polgatti, Rodolfo Jiménez, Pedro Gastón Pascal, Sergio Tabilo y el ingeniero Luis Gómez. Este equipo definió los objetivos formativos, el perfil de egreso y el plan de estudios de la nueva carrera.
En marzo de 1993 se recibió a la primera cohorte de 98 estudiantes, bajo la dirección del profesor Luis Gómez. En 1994, la conducción fue asumida por el arquitecto Hans Fox Timmling, quien promovió una visión de la arquitectura como disciplina orientada a la creación de espacios para el bienestar material de la sociedad y del individuo.
Desde sus orígenes, Arquitectura USACH ha estado fuertemente influenciada por el legado de la Escuela de Artes y Oficios, articulando creatividad, conocimiento técnico y dominio de los oficios. Su enfoque pedagógico integra las dimensiones humanistas, tecnológicas, urbanas y funcionales, promoviendo una formación equilibrada, con énfasis en el aprendizaje activo y la experiencia directa del estudiante. La experimentación se consolida como eje central del proceso formativo, orientado a la formación de arquitectas y arquitectos con vocación investigadora y una mirada interdisciplinaria.
En el año 2000 se publicaron las primeras ediciones de las revistas ArteOficio (aún vigente) y A+C, como plataformas de difusión académica y reflexión sobre la enseñanza de la arquitectura y el urbanismo, así como sobre los vínculos entre técnica y arte.
En 2005, mediante la resolución 4504, se constituyó formalmente la Escuela de Arquitectura, con dependencia provisional de la Vicerrectoría Académica, reconociendo su consolidación académica, docente y administrativa. Desde entonces, la carrera ha sido acreditada en tres ocasiones, con una mejora continua de sus procesos formativos.
En 2011 se creó el Máster Integrado en Diseño Arquitectónico (MIDA), el primer y único programa de postgrado en arquitectura de la Universidad, que ha permitido fortalecer el área de investigación centrada en el diseño.
A lo largo de su trayectoria, la Escuela ha desarrollado diversas iniciativas de colaboración y vinculación con el medio, tanto en el ámbito público y privado como académico. Destacan la creación del Laboratorio Fábrica, el LEMAA (Laboratorio de Exploración en Materiales Arquitectónicos Ambientales) y la participación en el Smart City LAB USACH. Estas experiencias han generado proyectos, publicaciones e intercambios académicos internacionales, y constituyen hoy parte fundamental de la base sobre la cual se proyecta la actual Facultad.