Más de 100 personas —entre académicos, funcionarios, estudiantes, representantes de empresas colaboradoras e invitados— se reunieron la tarde del viernes 11 de julio en el Taller de Primer Año para conocer de primera mano el resultado del trabajo realizado por los y las estudiantes del Taller de Reparaciones, dirigido por el profesor Pablo Zúñiga, en colaboración con Garage USACH.
Durante el primer semestre de 2025, un grupo de estudiantes de quinto año centró sus esfuerzos en la reconversión de un Suzuki Super Carry del año 1997, vehículo perteneciente al padre del arquitecto y ex docente de la carrera, Willy Muñoz. El objetivo fue acondicionarlo para ser utilizado como taller de carpintería móvil para niños y niñas de Villarrica y sus alrededores, en la región de La Araucanía.
“El objetivo era que él tuviera un vehículo que le permitiera trasladar sus herramientas y materiales recorriendo distintos colegios impartiendo sus cursos de oficio. El Super Carry, un clásico del diseño automovilístico japonés por su origen utilitario, es un vehículo versátil, diseñado para cumplir funciones en diversos contextos. Nosotros quisimos transformar ese potencial en un taller de carpintería móvil, que le permita a Willy realizar sus clases de manera autónoma”, explica el profesor Zúñiga.
El evento contó con la presencia del decano de la Facultad, Aldo Hidalgo, y del director de la Escuela, David Cabrera. En la ocasión, los profesores Pablo Zúñiga y Jorge Lobiano reconocieron a todas las personas y organizaciones que hicieron posible el proyecto: el equipo de estudiantes del taller, los y las becarias de Garage USACH, y las empresas colaboradoras que aportaron con materiales e insumos.
Uno de los momentos más significativos de la jornada fue la llegada de cuatro Super Carry, junto a sus conductores, quienes acudieron para dar la bienvenida al nuevo integrante de la familia de «carrions». Tras la entrega oficial de las llaves, la comunidad FARAC pudo conocer en detalle el vehículo remodelado, apreciando las transformaciones realizadas tanto en su interior como en su exterior.
Trabajo en equipo
Según el profesor Pablo Zúñiga, esta no es la primera vez que el Taller de Reparaciones se pone al servicio de la comunidad. En los últimos años, el curso ha participado en diversos proyectos de remodelación de mobiliario para la Vega Central y la Hacienda El Tangue, esta última ubicada en la Región de Coquimbo.
Sin embargo, afirma: “Este es el proyecto más grande que hemos tenido, porque involucra un motor y un sistema en gran parte desconocido para los estudiantes. Al igual que en la arquitectura, se integraron diversos sistemas —como electricidad, agua y climatización—, además de trabajar con conceptos fundamentales del diseño: superficies, revestimientos, interiores y exteriores. En definitiva, se trató de pensar en confort, funcionalidad y habitabilidad. Ese fue nuestro primer gran desafío”.
El profesor explica que, para abordar la reparación del Super Carry, el curso se organizó en dos grandes grupos: uno encargado del exterior y otro del interior del vehículo. “Enfrentamos este trabajo como lo haría cualquier taller de reparación y optimización de vehículos en el mundo. Aunque las y los estudiantes se agruparon según sus aptitudes e intereses, la responsabilidad por el resultado final fue compartida. Cada parte avanzaba en paralelo, pero en constante diálogo con la otra”, detalla.
Uno de los aspectos clave del proyecto, según Zúñiga, fue el debate en el aula sobre qué reparaciones llevar a cabo y cuáles descartar. “Se trabajó mucho a partir de referentes: observamos otros «carrions» adaptados que compartían ciertas lógicas, como el aumento del tamaño y ancho de los neumáticos, o la incorporación de una parrilla en el techo. Pero también surgieron propuestas completamente originales, con dibujos hechos a mano que dieron forma a las primeras ideas. Es clave entender cómo lo hacemos en nuestra profesión: el usuario, el lugar y el programa”, comenta.
Para el profesor Pablo Zúñiga, uno de los aspectos más relevantes del proyecto fue fomentar y llevar al límite el desarrollo de las habilidades específicas de cada estudiante. “Es fundamental identificar las fortalezas individuales y trabajar para potenciarlas. Por ejemplo, un grupo se encargó del área digital, modelando el furgón y generando material gráfico que resultó en videos e imágenes. Si bien también participaron en tareas prácticas, asumieron una responsabilidad clave dentro del proyecto. Así, fuimos distribuyendo las tareas en función de las capacidades e intereses de cada estudiante”, destaca.