La Facultad de Arquitectura y Ambiente Construido de la Universidad de Santiago de Chile está respaldando activamente un ambicioso proyecto para mejorar la conectividad marítima en la zona austral del país.
La propuesta, elaborada por el arquitecto naval Mario Sepúlveda Bühring, plantea una red integrada de transporte marítimo-terrestre entre Puerto Montt y Punta Arenas, basada en el uso de ferris modernos y terminales móviles conocidos como Linkspans.
Tras una presentación detallada ante la comunidad académica y estudiantil en 2014, la Escuela de Arquitectura decidió patrocinar formalmente la propuesta por su alto potencial de impacto en la calidad de vida de las comunidades del sur del país, colaboración que se mantiene hasta la fecha.
“Como universidad pública, tenemos la responsabilidad de promover soluciones que integren el conocimiento técnico con las necesidades reales del territorio. Este proyecto ofrece una alternativa viable y moderna para superar las históricas barreras de conectividad en la Patagonia”, señaló el Dr. Carlos Muñoz Parra, académico de la facultad.
El plan busca aprovechar una ventaja geográfica poco conocida: un canal interior protegido de más de 1.600 kilómetros de longitud, que recorre desde Puerto Montt hasta la Tierra del Fuego. Este corredor natural, hoy subutilizado, permitiría establecer una red de transporte segura y eficiente, combinando tramos marítimos y viales de manera estratégica.
Modernización
Actualmente, la conectividad marítima del sur chileno se realiza principalmente a través de barcazas lentas y obsoletas, que operan sobre rampas fijas de hormigón. Esta infraestructura limita el diseño de embarcaciones y ralentiza los procesos de embarque y desembarque. La propuesta plantea reemplazar estas rampas por Linkspans, estructuras metálicas basculantes que permiten operaciones más rápidas, seguras y adaptadas a los amplios cambios de marea.
Inspirado en el modelo noruego —que cuenta con más de 800 ferries operando a través de más de 600 linkspans—, este proyecto propone iniciar la implementación de esta tecnología en Chile con solo cuatro nuevos terminales, permitiendo conectar el país por territorio nacional, sin necesidad de pasar por rutas extranjeras.
Con una inversión estimada inferior a los 20 millones de dólares, la iniciativa reduciría a la mitad los tiempos de viaje, los costos operativos y el desgaste de vehículos y conductores, en comparación con la actual ruta terrestre a través del país vecino, hoy en un estado de conservación deficiente.
El proyecto también contempla la adquisición, por parte de actores privados, de hasta nueve embarcaciones de segunda mano equipadas con tecnología avanzada, considerablemente más eficientes que las barcazas actualmente en uso. Estas nuevas unidades permitirían duplicar la velocidad de navegación, optimizando tanto el transporte como la gestión terrestre y naviera, fortaleciendo el turismo internacional, y facilitando la implementación y operación de la naciente industria del hidrógeno verde en Chile.
La propuesta ha despertado interés tanto en instituciones públicas como en armadores e inversores extranjeros, lo que refuerza su viabilidad técnica y económica. Se trata de un proyecto que no solo moderniza la infraestructura, sino que contribuye a construir soberanía logística y cohesión territorial en una de las regiones más estratégicas de Chile.
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