El profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Santiago de Chile, Arq. Giancarlo Acosta, junto al profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Valparaíso Arq. Adolfo Guzmán, han sido distinguidos con el Primer Lugar en el Concurso Público de Arquitectura para el Centro de Educación Ambiental (CEA) de la provincia de Llanquihue, gracias a una propuesta que se destaca por su excelencia arquitectónica, su respeto por el entorno natural y su profundo enfoque educativo y sustentable.
El proyecto plantea un edificio que dialoga con el paisaje: se eleva para respetar la topografía y el bosque nativo, reutiliza contenedores y materiales reciclados del CTI, capta aguas lluvias para su uso eficiente, y aprovecha la energía solar de manera pasiva. Más que una infraestructura, se concibe como un puente entre el reciclaje y el paisaje, integrando arquitectura y naturaleza.
Uno de los aspectos más innovadores es su recorrido educativo, con estaciones informativas que permiten enseñar de forma experiencial el ciclo de los residuos, promoviendo conciencia ambiental desde una perspectiva cotidiana y formativa.
“Desarrollamos el trabajo completo en conjunto —explican los arquitectos Acosta y Guzmán—, abarcando todas las etapas del anteproyecto, desde su formulación teórica hasta el desarrollo técnico, en un proceso de constante diálogo. Nuestra mirada estuvo centrada en una arquitectura pensada desde y para las personas, con foco en lo público y en la materialización de espacios con sentido”.
Ambos profesionales enfrentaron el desafío de compaginar su labor docente con el desarrollo del proyecto. “Como profesores, nuestros tiempos suelen estar muy comprometidos, pero asumimos este concurso con el mismo espíritu con que muchas oficinas lo hacen: como una oportunidad para proponer desde la arquitectura soluciones reales y significativas”, destacan los académicos.
Más allá del reconocimiento, ambos destacan que el mayor logro es la futura materialización del CEA y su impacto directo en la comunidad local. “Este proyecto apunta a mejorar la calidad de vida de las futuras generaciones, fomentando prácticas de reciclaje y reflexión sobre nuestros hábitos de consumo. Además, para nosotros como docentes, significa dar continuidad entre la academia y la práctica, promoviendo una arquitectura con visión pública, que se haga cargo de los desafíos ambientales que enfrentamos globalmente”, declaran.